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viernes, 2 de enero de 2009

Navidades en Ujué. Años sesenta.

FOTO: Esquilas para llamar a los Reyes.. dilin dilón.. Hay que hacerles saber que hay muetes y muetas en Ujué ...

Hay que llevar ruido pa que los Reyes Magos nos oigan, y pa que no se confundan de pueblo.... dilón tolón..

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Navidades. Allá a finales de los años cincuenta o principios de los sesenta. Uxue.
Los recuerdos me traen a la memoria el gigantesco Belén que ocupaba el salón de la casa parroquial. Musgo y corcho. Figurines de Olot. Ríos de papel de plata.
Montañas nevadas de harina, norias que giran, lavanderas que trabajan.

En casa, el turrón hecho con miel fundida; caramelizada al calor de una sartén... adobado con trocicos de almendruco entre oblea y oblea.
Nochebuena con sopa de cocido, luego los garbanzos. Detrás la carne del cocido aliñada con tomate y pimientos. Castañas asadas y ese turrón de casa.... ¡que rico!
Al irse a dormir había que dejar rescoldo en el hogaril, que el Niño Jesús bajaba por la chimenea y tenía que calentarse.

Al día siguiente, villancicos en la iglesia al besar al Niño.
La novenica del Niño por la tarde. No se podía faltar ya que cada día te daban un numerico para la rifa de juguetes del día de Reyes.
Vacaciones. No había escuela.
Día 28, día de mentir. Estaban permitidas las mentirijillas y colgar a la gente chilindrajos (cintas de trapo colgadas de un alfiler) de la espalda y.. ¡ay que risa si el inocente no se daba cuenta!....

El 30 te decían que había venido un hombre con tantos ojos como días del año y te creías que tenia la cabeza, incluida la cara, llena de ojos..
El 31 te decían que había venido otro hombre con tantas narices como días del año.. y te imaginabas a alguien con tó narices...

Llegaba año nuevo, en el que también se comía especial, mucho mejor que los demás días del año.
Había gente buena que venía a casa y regalaba colación para que pudiéramos comer turrones y otras cosas inalcanzables en la familia de un bracero del campo.
Seguía la novenica. Más numericos para la rifa... Algo tocará.

Y llegaba el día cinco de enero.... !El día de las esquilas!

Había que llamar a los Reyes Magos... Había que llevar ruido para que nos oyesen, viniesen al pueblo y no se confundieran de camino..
¡Con qué pasión cogíamos todas las esquilas que había en casa ! ... las de las cabras, las de las ovejas... y salíamos a la calle.

Chiquillos de mocos largos, pantalonicos cortos y sabañones en las orejas.... dilín dilón tolón tolón... ¡Que vengan los Reyes Magos!... ¡que vengan... que veeeengan!..

De vez en cuando nos poníamos de acuerdo y sin dejar de hacer sonar las esquilas cantábamos aquello de:
Ya vienen los Reyes Magos
Ya vienen a adorar
Al Niño Jesús
Que está en el portal.
El uno es Melchor,
El otro Gaspar
Y al otro le llaman
El rey Baltasar.

Las mujeres del barrio de la Peña, Huerto Pocho y Lupera mandándonos al Morape.. al otro lado del pueblo: ¡Que van a venir por allí ...que van a venir por allí.. ¡iros p´allá!
Las del barrio del Morape mandándonos al barrio de San Miguel... ¡Que vienen por alli... que vienen por allí! ..... ¡Visus a llevar ruido p´aquel "lau"..!
Las abuelas de Pilarraña y del barrio de San Miguel mandándonos hacia el barrio alto.. ande el Castillazo.:¡Allá, allá es donde hay que llevar ruido.. que llegan por allá, sí, por allá ....iros por allá!.

Y nosotros, mueticos de mocos helados, pantalón corto y sabañones en las orejas, de un lado para otro haciendo sonar las esquilas con todas nuestras fuerzas. ¡Que vengan los Reyes Magos....que vengan que vengan... dilón dolón tlín tolón ....que vengan.....!
Llegaba la noche y quedábamos exhaustos. ¡Que vengan, que vengan!... ¿Nos habrán oído?

La cena de Reyes. 
La cena del víspera de Reyes era parecida a la de Nochebuena o la de Año viejo. Se procuraba tener  una cena mejor que la de las noches del resto del año, teniendo de postre el consabido turrón de miel y almendrucos.
En la sobremesa de aquella cena, en muchas casas, se repartían cartas y a quien le tocaba el Orón de la baraja era proclamado rey y podía mandar sobre los demás.
En otras casas de más posibilidades, hacían un rosco dentro del cual había un haba..  y quien encontraba el haba en su porción lo declaraban rey de la casa.

Los mayores del pueblo salían a las ventanas a sacudir las cacerolas y las tapaderas ... ¡chas chas chassss!..
Y en más de una casa disparaban la escopeta de dos tiros por la chimenea.. ¡pumba, pumba!...

Los regalos que traían los Reyes y los que rifaban en la iglesia.
Tras la cena, había que dejar los zapatos en la ventana antes  de irse a dormir.
Al otro día, en mi zapato una cajica redonda con un anguila de "marzapán", un revólver de juguete roto al que le faltaba el gatillo y unos calcetines para estrenar...
Y por las calles, otros niños a los que les habían dejado un triciclo, o un rifle que disparaba corchos o un revólver de juguete sin romper, o un balón... y mucha, mucha ropa de estrenas.

Y el pobre niño de pantalón corto y sabañones en las manos y en las orejas (el que esto escribe) con la esperanza de que al menos, en la Iglesia, en la rifa del día de Reyes le tocara algo: Había sido bueno... había ido todos los días a la novenica del Niño...

Y en la rifa de la Iglesia, una vez más, otro año más, no le volvía a tocar nada... ningún juguete... Nada.
¡¡¡ Que mundo más injusto!!!
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NOTA FINAL
Los recuerdos que cuento sobre la rifa de la parroquia son de cuando sorteaban unos cuantos juguetes, por lo que había unos cuantos chicos/as que resultaban agraciados/as. 
A mi no me tocó nunca ningún juguete. 
Años más tarde, solo rifaban una figura del Niño Jesús.
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