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martes, 10 de enero de 2012

Princesita de las torres almenadas de Ujué.

En un anterior capitulo (ver aquí) contábamos como en el sexto centenario de la muerte de Carlos II, y dentro del funeral que en 1987 se le hizo en Ujué, se declamó una poesía en honor de la Virgen y del rey.
Vaya pues en este post, para que todos lo conozcáis, el mencionado poemita que el jesuita Ramón Cué compuso tras una visita a Santa María la Real de Uxue. Leedlo con atención. Es muy emotivo.
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A LA VIRGEN DE UJUÉ.

Princesita de las torres
almenadas de Ujué,
la de las palomas blancas
para darse a conocer,
y los corazones malos
como rosas a sus pies;
la que llevas ocho siglos
-del alba al atardecer-
sentada en eterna espera,
aguardando... ¿a quién, a quién...?
Los soles de las esperas
fueron quemando tu piel...

Al fin, tardo peregrino,
acudí a tu cita ayer...
llegué en la tarde dorada
brocado de tu dosel
y traía un corazón
malo como el de aquel Rey...
Deja que yo ponga el mío
donde Carlos puso el de él...
que el mío es malo, Señora
lo sabes tú, y yo lo sé...

Lo dejo como una flor
de cardo que dio mi ser
roto, estrujado, marchito
como una aurora de hiel...
El de Carlos hecho estrella,
se ha depurado y se fue...
y es un lucero que vela
sobre tus almenas fiel.

Yo te conozco en la noche
-corazón bueno de Rey-
se llama Carlos el Bueno,
tu lo has hecho florecer.
Abajo que quede el mío
depurándose a tus pies,
el corazón de un poeta
en donde estuvo el de un Rey.

Sentada en eterna espera
me aguardabas y llegué,
me marcharé de Navarra
sin corazón., ya lo sé...
pero que lo sepan todos:
en las almenas de Ujué,
el corazón de un poeta
ha sucedido al de un Rey.

Ramón Cué S. J.
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