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martes, 7 de febrero de 2012

Una acción bélica en Uxue durante la guerra realista en el trienio liberal entre 1820-23.

Hoy publico dos textos distintos sobre un mismo suceso ocurrido en Ujué.
Provienen de cada uno de los bandos contendientes en Navarra durante la guerra realista de 1821-23.
Esta guerra se desarrolló a lo largo del llamado trienio liberal.

Por una parte guerreaban los voluntarios realistas enrolados en la denominada "División Real de Navarra".
Por la otra parte el ejército español acantonado en Navarra, afecto al pronunciamiento de Riego, que trataba de someter a los primeros para imponer la constitución de Cadiz.
Sobre esta guerra y el alzamiento realista en Navarra ya escribí en un anterior capítulo del blog.
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EMBOSCADA DEL EJERCITO CONSTITUCIONAL A UNA COLUMNA DE VOLUNTARIOS REALISTAS QUE DESCANSABA EN UXUE

Los dos textos que veremos hoy relatan la misma acción.
El primer relato está sacado de un libro escrito por uno de los cabecillas de la facción realista, Andrés Martin párroco de Uztarroz.
Habla de la llegada a Uxue de Juan Villanueva conocido como "Juanito el de la Rochapea" y sus hombres, y de cómo fueron sorprendidos por el enemigo y tuvieron que huir precipitadamente del pueblo.

Según cuenta el cronista del citado libro, "Juanito el de la Rochapea" se enfrentó con los soldados del coronel Tabuenca en las inmediaciones de la plaza de Uxue y tuvo que huir por una de las calles para salir del pueblo.

El segundo texto está tomado de un periódico constitucionalista. “Constitución o muerte" dice en su mancheta. En él se cuenta que a esta partida de realistas se le persiguió hasta Gallipienzo.

FOTO: Plaza del Ayuntamiento de Uxue contigua a la Plaza Mayor.
La calle por donde pudo escapar Juan Villanueva es la de la izquierda, que da directamente a las afueras del pueblo.

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Episodios en Ujué sonsacados del libro titulado: 
"HISTORIA DE LA GUERRA DE LA DIVISION REAL DE NAVARRA  CONTRA EL INTRUSO SISTEMA, LLAMADO CONSTITUCIONAL, Y SU GOBIERNO REVOLUCIONARIO" 

Copio a continuación el capitulo V de este libro donde veremos cómo se las vio la columna de Juan Villanueva el día 11 de enero de 1822 cuando vino desde Yesa a Uxue perseguida por el coronel Tabuenca pretendiendo hallar refugio en nuestro pueblo.
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Quien quiera leer en su totalidad este libro lo puede bajar en formato PDF desde la web de la Biblioteca Navarra Digital pinchando en este enlace 
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Capitulo V
Realistas a las ordenes del segundo comandante, D. Juan Villanueva, en la villa de Ujué en 11 de enero de 1.822.
El insigne Villanueva a pesar de la derrota y dispersión general que había sufrido en Larrainzar por un triste conjunto de circunstancias, que de ninguna manera podían evitarse; y no obstante de la infausta sorpresa de Nagore, que acababa de verificarse en la columna de D. Santos con una total disipación de la misma, concebía todavía esperanzas lisonjeras de reunir los dispersos de ambas columnas, y continuar con ellos en la más difícil, ardua y expuesta de las empresas humanas.

Queda solo entre los principales que había delineado este plan; y aun no cree imposible su ejecución y su éxito feliz; ¡Cuánto puede producir de entusiasmo y de ideas sublimes en un alma grande, noble y generosa el amor vehemente de la Religión y del Rey!

Con este noble objeto pasó con unos 60 hombres desde Yesa a Ujué, a donde llegó entre cuatro y cinco de la tarde.
Se alojó en el extremo del pueblo y colocó su gente en las casas inmediatas; cubrió los puntos y avenidas del enemigo con avanzadas y centinelas de la mayor confianza, particularmente la parte de Gallipienzo, donde se hallaba una pequeña columna contraria, a las órdenes del coronel Tabuenca; y obligado de una fuerte destemplanza catarral que padecía, se retiró a descansar afianzado en las medidas de seguridad que había tomado y en la más constante y jamás desmentida lealtad de los habitantes de este pueblo realista, que se desvivía por auxiliar a porfía a los que defendían la buena causa.

El enemigo, que sabía muy bien la ciega adhesión de esta villa hacia los voluntarios realistas, al mismo tiempo que su odio y ojeriza a los partidarios del sistema constitucional, no dudaba que todos los puntos y pasos regulares de su tránsito para la misma, estarían ocupados con dobles avanzadas y centinelas; y por lo mismo, dejando los caminos triviales y caminando una parte de la noche, se dirigió por la derecha al pueblo de Sabaiz (¿Abaiz?), por cuyo punto tomó su marcha para Ujué, entrando al amanecer en esta villa por la parte opuesta al camino de Gallipienzo y demás sitios donde estaban colocadas las avanzadas.
Por este ardid y astuto medio logró la completa sorpresa que intentaba contra la pequeña columna realista situada y alojada en esta villa.

Los tiros que disparaba el enemigo por las calles, sus feroces y sanguinarios aullidos de muerte y los lastimeros clamores y ayes de los inocentes moribundos fueron los primeros avisos que tuvo Villanueva de la entrada de sus contrarios en el pueblo

En este lance, lejos de rebajarse un punto la grandeza de su valor y fortaleza, recibe un aumento extraordinario a la vista del peligro. 
Sale de su alojamiento montado en su caballo y con sable en mano, acompañado de D. Francisco Ibarrola y D. Pedro Ozcoydi, y queriendo huir por una calle, la encuentra bien cerrada por el enemigo, quien le tira una descarga, a cuyas resultas queda traspasado de balas y herido mortalmente su caballo.
Se retira hacia la plaza, y se halla también al frente del enemigo. 

Toma su dirección por otra calle, pero se mira igualmente embarazado por las bayonetas contrarias. 
En este estado, viéndose acometido por todas partes, se arroja contra los que cerraban su tránsito, quienes aterrados de su terrible y espantoso denuedo, se vieron en la necesidad de abrirle el paso, por no perecer al filo de su furioso y centelleante sable.
Sale del pueblo con su agonizante caballo y el enemigo le sigue a sus alcances, particularmente en la bajada del mismo, donde no era posible dar una carrera.

En este momento el valiente y leal paisano Pedro Gorría, de esta misma villa, se presenta contra el enemigo en una altura inmediata y arrojando furiosas piedras contra el mismo, con los gritos siguientes: “¡Formación voluntarios, y venid acá, donde hemos de acabar con la canalla!”, logró que se detuviesen los que perseguían a Villanueva, quien tomó entonces alguna ventaja y pudo por este medio salvarse de aquel peligro.

Apenas había andado una legua de camino cuando expiró su caballo a causa de las mortales heridas recibidas poco ha en las calles de Ujué; pero quiso la providencia divina que un buen potro de D. Agustín Esparza, alias Catachuán, oficial realista, corriese de una cuadra de Ujué y siguiese a carrera abierta al caballo de Villanueva, sin separarse un punto de su lado, en el cual montó enseguida que le faltó el suyo. 
Acaso feliz, que los católicos realistas de esta villa atribuyesen piadosamente al patrocinio milagroso de Nuestra Señora de Ujué.

Así se vio libre Villanueva de uno de los peligros más terribles e inminentes en que puede verse el hombre en la infausta alternativa de la guerra. 
Conoció entonces que no era llegado todavía el suspirado momento de la restauración del trono y del altar y corrió al instante a unirse a sus compañeros en Francia, donde permaneció hasta el segundo más venturoso levantamiento, en compañía de su esposa, que también había salido de Pamplona con él.

En esta fatal sorpresa perecieron en manos del enemigo seis de los realistas, entre quienes se cuenta D. Manuel Molís, beneficiado de Úcar y capellán de Villanueva, y el teniente coronel D. Joaquín de Navarlaz, dos soldados y dos paisanos.
Cayeron también unos pocos prisioneros, entre los cuales se hallaba D. José Miguel Navarro, secretario de Villanueva, los que cubiertos de golpes y de amenazas de muerte, fueron conducidos a los calabozos de la ciudadela de Pamplona, salvándose los restantes al amparo y abrigo de los habitantes leales de esta villa.

No es posible poder dar una idea de toda clase de amenazas, de males y atropellos que padeció este pueblo leal con el motivo de esta jornada funesta.
El cabildo eclesiástico, el ayuntamiento y generalmente todos los vecinos, estuvieron expuestos a sortear sus vidas por parte del infernal Tabuenca y demás jefes de las hordas revolucionarias, quienes evidenciados de sus sentimientos contrarios al sistema constitucional por su general decisión a favor del Rey nuestro Señor, en cuya defensa habían tomado las armas hasta 100 de sus jóvenes valientes, miraban a esta villa como un asilo y refugio seguro de los realistas de Navarra y de todas partes.

Aunque esta sorpresa puede llamarse la conclusión final y decisiva del primer levantamiento de los voluntarios realistas de Navarra, quedaron sin embargo diseminados por este leal suelo algunos pocos jefes subalternos, que permanecieron en él hasta el segundo más feliz rompimiento, haciendo de cuando en cuando varias correrías contra el enemigo.
 
Estos valientes oficiales fueron D. Pedro Echegoyen, alias Perito; D. Agustín Esparza, conocido por Catachuán; D. Antero Dancausa, D. Ramón Jáuregui y D. Francisco Armengol. 
El primero tuvo la desgracia de caer en breve en poder de una partida enemiga mandada por el capitán D. Manuel Gurrea, y aunque pudo salvar la vida en medio de los ultrajes y amenazas más terribles, sufrió en los calabozos de Pamplona los horrores y padecimientos casi equivalentes a la muerte.

Los restantes se burlaron siempre de las más vivas persecuciones de las columnas enemigas, a quienes hicieron estar en unas continuas marchas y movimientos, causándoles por este medio fatigas y trabajos que no es fácil calcularlos y analizarlos hasta su punto. 
Estos restos de la división Navarra fueron como el sostén del espíritu público realista, la esperanza de los leales, el terror y centinela de los extraviados y la avanzada permanente de los jefes principales, que refugiados en Francia, estaban coordinando mejor la entrada en este reyno, para el segundo levantamiento, que había de contribuir eficazmente a la restauración más completo del trono y del altar.
(Fin del capítulo V)
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RELATO PERIODISTICO BASADO EN UN PARTE DE GUERRA DEL EJERCITO LIBERAL, SEGUIDOR DE RIEGO.

Si acedéis a La web del Ministerio de Cultura en su apartado llamado Hemeroteca de Periódicos Históricos y ponéis en búsqueda la palabra Uxue, uno de los enlaces que aparecen es el del Número 26 del Diario Constitucional Político y Mercantil de Barcelona del sábado 26 de enero de 1822, y es que en este periódico se escribe Uxué al referirse a nuestro pueblo.

En la primera y segunda página de ese número relata la misma acción, con alguna que otra variante respecto al relato que hemos leído antes, dando a entender que persiguieron a los realistas hasta Gallipienzo haciéndoles varios muertos, entre ellos Agustín Esparza (alias "El Tuerto" según el periódico) jefe de una cuadrilla a las órdenes de Juan Villanueva, cosa que queda desmentida en el artículo que hemos reproducido antes. 
Veremos que a la hora de identificar a los muertos y prisioneros hay diferencias entre los dos relatos aunque de momento me fijaré en la que sigue:
Al guerrillero Agustín Esparza, que no murió en esta acción, se le conoce en la crónica del cura de Uztarroz como "Catachuán" y en ésta como "el Tuerto". Curioso. Ya veréis por qué.
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Número 26 del Diario constitucional político y mercantil de Barcelona. Sábado 26 de enero de 1822.
Noticias de los facciosos. El Universal inserta el siguiente articulo con fecha de Puente la Reina el 12 de Enero.

El coronel Tabuenca comandante de la columna móvil de Castilla la Vieja ha dado parte al general López Baños desde Uxué con fecha del día de ayer noticiándole que una guerrilla destacada de dicha columna, y que se componía de cien infantes y ocho soldados del regimiento de Toledo, alcanzó a los facciosos en Gallipienzo el 10.
Los mandaba Juanito y Agustín Esparza (alias el Tuerto). Fueron totalmente dispersados, y se les mataron 20 entre ellos el llamado Esparza, comandante de una de las cuadrillas y un clérigo llamado D. Luis de Molina abad del lugar de Arteta, que se titulaba capellán del primer batallón.

Cayó prisionero con otros varios el secretario de Juanito; pero este logro fugarse con nueve caballos, a lo que ya estaba preparado antes de la acción.
Cayeron además en poder de nuestra guerrilla muchos fusiles y enseres, sin contar los que se suponía estaban ocultos y en las casas que se iban a registrar.
El coronel Tabuenca iba marchar para Tafalla con la valiente columna visto que ya no quedaban facciosos por aquellos entonces. 

Se ha dividido la provincia en tres distritos: el primero que mandará el teniente coronel Cruchaga, se compone del país comprendido entre la orilla izquierda del rio Arga desde su confluencia con el Ebro hasta Pamplona y saliendo desde Huarte hasta Roncesvalles, Valle de Roncal, merindad de Sangüesa y orilla izquierda del Ebro. 
En él maniobrarán tres columnas partiendo de los puntos principales de Olite, Sangüesa y Aoiz

El segundo que mandara el teniente coronel Tabuenca se compondrá del país comprendido entre la orilla derecha del Arga desde su confluencia con el Ebro hasta Pamplona, camino de esta plaza a Vitoria, frontera con Guipúzcoa, rio Bidasoa, valle de Baztán hasta Roncesvalles bajando por la orilla derecha del rio que viene por Huarte a Pamplona, en él maniobraran dos columnas partiendo de los puntos de Echarri Aranaz y Leiza. 
El general López Baños con el jefe de estado mayor Sarabia y los comandantes Rubin de Celis y Osorio se sitúan en Puente la Reina y recorrerán los puntos según lo exijan las necesidades.

Con estas providencias estará perfectamente vigilado el país y se evitaran las tramas de los enemigos del orden. (...)
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Hasta aquí he transcrito  lo más interesante de la noticia que da el periódico barcelonés.
El teniente coronel Cruchaga y el coronel Tabuenca, obstinados perseguidores de los voluntarios de la División Real de Navarra, murieron en el campo de batalla durante esta guerra.
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Ujué fue lugar de descanso de los realistas a finales de 1822.
Volviendo al libro del párroco de Ustarroz sigue contando durante 55 capítulos los avatares de la División Real de Navarra, sus andanzas guerreras por Navarra, sus dos campañas hacia Cataluña y las batallas que libró en tierras de Huesca.

El general O´Donell en Uxue
Y habla del general realista Carlos O´Donell que el 27 de diciembre de 1822 (capítulo XXXII) descansó con los voluntarios de Navarra en Uxue, proveniente de Beire antes de reemprender su marcha hacia el valle de Aibar...
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NACE UNA LEYENDA
El episodio de guerra en que se cuentan los apuros de los realistas en nuestra villa y la peligrosa huida de Juan Villanueva, fue posteriormente publicitado como un milagro de la Virgen de Ujué.

El padre Clavería en su libro «Historia documentada de la Virgen, del Santuario y de la Villa de Ujué» (1953) menciona la huida de Juan Villanueva y su salvación como un milagro de la Virgen a la que se encomendó en aquellos momentos de apuro.
Cuenta que años más tarde de acabar aquella guerra y haber sido derrotados sus enemigos por las tropas realistas y por los Cien mil hijos de San Luis, Villanueva subió a Ujué en el día de los romeros de Tafalla entunicado y cargando una pesada cruz en acción de gracias.

Ignacio Baleztena, con su particular y ameno gracejo, se basó en el libro del cura de Uztarroz para recrear la hazaña de Villanueva en Ujué considerándola un milagro. 
Podéis leer la primera parte de esa versión pinchando aquí
Y la segunda parte del relato de I.Baleztena pinchando aquí
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El tuerto de Gallipienzo.
Florencio Idoate en el segundo tomo de su obra “Rincones de la historia de Navarra” y en el capítulo titulado “Correrías de los realistas a principios de 1822” cuenta como el 28 de abril de ese año el tuerto de Cáseda seguía haciendo de las suyas.
Aquí debe haber una errata pues en todo el capitulo se habla a menudo de las correrías de "el Tuerto de Gallipienzo" y esta es la única vez que se menciona un tuerto “de Cáseda”.

Pues bien, "el Tuerto" y su partida entraron la noche del 28 de abril de 1822 en Ujué y fueron directamente a la casa del cirujano, un tal Itoy, que era uno de los pocos constitucionales de la villa. Como el cirujano se negó a abrirles y a salir de casa, estuvieron toda la noche insultándole y cantándole coplas ofensivas, marchándose al amanecer tras soltar unos tiros por las calles. El cirujano se tuvo que refugiar en Tafalla.

"El tuerto de Gallipienzo" y "Catachuán" ¿la misma persona? 
En la crónica del cura de Ustarroz se dice que un jefe de los que acompañaban a Villanueva en la escaramuza de Ujué era Agustín Esparza y que era conocido como "Catachuán".

En Gallipienzo recuerdan que hubo un guerrillero apodado Catachuán. En una canción popular propia de ese pueblo hacen mención de un segador llamado Catachuan y además hay un topónimo con ese nombre en el término de Aurino: el "Hoyo de Catachoán".

En la crónica del Diario Constitucional Político y Mercantil de Barcelona hemos visto que a Agustín Esparza se le llama "el Tuerto".
En el libro de Idoate aparece unas cuantas veces "el Tuerto de Gallipienzo" pero no da su nombre verdadero.

En dicho libro aparece que "el tuerto de Gallipienzo" actuó en una zona muy amplia pero sobre todo en la comarca que comprende Gallipienzo, Aibar, Sada, Lerga, Eslava, la Valdorba, Uxue y San Martin de Unx y según un periódico constitucionalista de Zaragoza murió en Amatriain el 20 de septiembre de 1822.
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A leer estos dos relatos que os he presentado parece deducirse que "Catachuán" y "el Tuerto de Gallipienzo" son la misma persona, pero no estoy seguro porque en esta guerra hubo varios”tuertos”.

Si algún lector tiene más información, si hay certeza de que "el Tuerto de Gallipienzo" y Agustín Esparza, alias "Catachuán", eran la mima persona, o si en cambio alguien está seguro de que eran dos personas distintas ruego que me lo comuniquen para solventar esta duda.
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