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sábado, 18 de abril de 2009

Penurias de las gentes de Ujué en la Edad Media.

FOTO: Figuras de la portada principal de la Iglesia de Uxue.
Escenas de la vendimia.
Al ver esta escena de la portalada principal de Santa Maria de Uxue me viene a la memoria que los habitantes de esta Villa, aparte de las pechas que se mencionan en este capítulo y de la obligación de contribuir a las reparaciones y al abastecimiento del Castillazo, tenían la obligación de prestar mano de obra en la viña del rey en La Serna de Olite.
Si se les requería debían trabajar en las labores de aquel viñedo casi exclusivamente a cambio de la comida.
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El siguiente texto está basado en lo que escribe Jose Maria Jimeno Jurío en un capitulo de su obra Ujué, Nº 63 de temas de Cultura Popular editado por la Diputación Foral de Navarra en 1979. 
A este capitulo lo titula ``El pueblo y sus gentes´´

El texto que tomo de José Maria lo pongo en cursiva para diferenciarlo de mis aportaciones.
El inciso sobre la conversión de medidas antiguas de cahíces y robos a kilogramos es mío a fin de un mejor entendimiento por parte del lector.
También me ha parecido oportuno aportar una mención al decreto de doña Leonor y los pasajes más importantes del mismo.

Aparte de los sectores de población que se mencionan en este articulo quiero recordar que en Uxue, y por encima de todos, estaba el clero mantenido por toda la población, además del alcaide y guarnición del castillo al servicio del Rey de Navarra.

Penurias de las gentes de Uxue en la Edad Media.
(Texto de José Maria Jimeno Jurio)
La contemplación del panorama humano de Ujué a lo largo de la historia es desolador. Diríase que sobre sus gentes pesara una terrible maldición.

La población medieval de Uxue se componía de muy pocos nobles hidalgos, siendo la inmensa mayoría labradores pecheros con su alcalde, jurados, mayorales encargados del ganado y las familias con fuego o derecho de vecindad.
Además, un sector de población inferior carente de derechos.

La población del siglo XI, diseminada por el término de Uxue en míseros poblados con sus iglesias, debió ir abandonando sus caseríos rurales para cobijarse a la sombra del alcaide y de su fortaleza.
Su mísera situación les hacía jugar con los productos del campo e incluso con sus propias tierras para pagar ciertos gastos municipales.
Tal acontecía en el verano de 1230. Fray Andrés de Bearne y sus monjes de La Oliva habían proporcionado a los de Uxue 200 robos de calcina (cal viva).
Para pagarlos, el alcalde y Concejo de Santa María de Ussúa donaron al monasterio un sotillo que tenían entre la viña de La Oliveta y el río Aragón.
En 1299 la reina doña Juana I confirmó la donación hecha anteriormente al pueblo, de las hierbas y pastos del Podio de Arasa (hoy termino de Pitillas) hasta el término de Larrague y de Murillo el Fruto, y desde aquí hasta Archegarache, el río Aragón, la hoya de Auria y el lugar de Zaldinagua, debiendo pagar a cambio cada año una pecha perpetua de 30 cahíces de trigo, otros tantos de cebada y seis libras.

Aunque Sancho Ramírez había liberado a los de Uxue de malos fueros, relevándoles de obligaciones onerosas en 1076, tal medida vino a quedar sin efecto.
Sobre el concejo de los labradores pesaba una pecha anual de 677 cahíces y un robo de pan meitadenco, más 80 libras, 12 sueldos y 6 dineros fuertes.
El pan meitadenco era el que se amasaba mezclando harina de trigo y cebada.
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Un inciso en el relato para calcular en kg lo que los de Uxue debían pagar al rey.
El robo ha sido una medida de peso que ha estado vigente hasta nuestros días. El cahíz correspondía a la cantidad de cuatro robos.
En lenguaje actual diríamos que los vecinos de nuestro pueblo debían entregar o pechar cada año al rey 677 cahíces y un robo, mejor dicho, 2.709 robos de trigo y de cebada.

El robo es una cajón de medida que para llenarlo de trigo necesitaremos 22 Kg  de ese cereal.
Si el robo lo llenamos de cebada necesitaremos 16 kilos para llenarlo. Por lo tanto el robo meitadenco, es decir un robo llenado a la mitad con trigo y la otra  mitad con cebada, pesará 19 kilos.

Si consideramos que en 1366 Uxue solo contaba con 50 familias pecheras, hemos de reconocer que los 54 robos largos de pan meitadenco  (54 x 19 son 1100 kilos) que por término medio debía entregar cada familia, no dejaba de ser una fuerte carga para los sufridos labradores.
Máxime teniendo en cuenta que los tributos no se acababan con la pecha real.
Existían otros muchos impuestos y obligaciones: con el municipio para sufragar gastos comunes, deberes con la Iglesia a la que se entregaban diezmos, primicias y ofrendas...
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Sigamos con el relato de Jimeno Jurío sobre las penurias de los Uxuetarras de los siglos XIV y XV.
Acrecentaban el infortunio de los agricultores pecheros la pobre calidad del terreno y las frecuentes pedregadas que anulaban muchos años las cosechas.
La entrega de la cantidad a tributar dejaba a las pobres familias sumidas en la mayor penuria, terreno abonado para que una mala alimentación y la consiguiente desnutrición fuesen campo propicio para que las epidemias (peste, cólera, disentería) diezmaran la población.

(A esto comentaré que la peste se llevó casi el setenta por ciento de la población de Uxue en las oleadas de 1338 y 1364)

La presencia de los reyes navarros en Uxue con ocasión de sus romerías o al pasar hacia Sangüesa, supuso para los vecinos un alivio, que incluso vino a reflejarse en un sensible aumento de población entre 1366 y 1390.
Y es que el alcalde, jurados y concejo de los labradores aprovechaban éstas visitas para exponer a los monarcas la mísera situación a que se veían reducidos por la mortandad de la peste y por los contratiempos climatológicos.
En atención a estas circunstancias, Carlos II y su hijo el Rey Noble, perdonaron las pechas o rebajaron las cantidades a tributar los años 1364, 1379, 1390 y 1395.
Este ultimo año, la cosecha, igual que en el anterior, había sido pésima, reduciéndose a la cuarta parte de lo normal.
En 1395 se ocasionó una trágica mortandad que redujo el número de vecinos y consiguientemente, el de pecheros, lo mismo que el de siervos al servicio de los hidalgos.
Ante el desolador panorama, Carlos III el Noble rebajó 150 cahíces de pan meitadenco de la contribución de estos años, más cierta cantidad de la ayuda que el reino debía aportar a la corona.
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(Volvamos a recordar que 150 cahíces equivalen a 600 robos y que un robo de trigo contiene 22 kg y uno de cebada 16 kg)).
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Sigue escribiendo Jimeno Jurio:
En años siguientes se repitieron las exenciones en consideración a los grandes cargos y pestilencias que habían sufrido.
Los favores se repiten durante el primer cuarto del siglo XV.
En 1418 una terrible pedregada asoló las cosechas. La clerecía y el vecindario quedaron en suma pobreza.
El rey les perdonó la mitad del pago de cuarteles Lo mismo hizo en 1422".
(el pago anual se dividía por trimestres de ahí el nombre de cuarteles)
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 Sigue Jimeno Jurio diciendo que: 
Ante la continua miseria y la despoblación de la villa, don Juan y doña Blanca decidieron reducir permanentemente la pecha a 400 robos anuales.
La nueva tributación era una sombra al lado de los 2.709 robos asignados a principios de siglo.
Sin embargo no había terminado el trágico vía-crucis de la población.
Una terrible epidemia llevó en 1441 a la sepultura gran parte del menguado vecindario.
A los que quedaron con vida, el Príncipe de Viana les redujo las tres cuartas partes de su contribución.
Luego llegó la guerra entre el Príncipe de Viana y su padre... a raíz de la cual Uxue volvió a perder población.
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El privilegio concedido por doña Leonor en 1478 es interpretado generalmente como indicio de la devoción profesada por la princesa a la Virgen de Uxue.
En mi opinión se trata de un supremo esfuerzo de la corona para conseguir dos cosas:

1ª  La exención del anterior impuesto del rey tanto a los que entonces vivían como a los que vendrían a vivir haría aumentar la población.

2ª Consciente del efecto que el decreto crearía, Doña Leonor calculó que en el futuro Uxue tendría más habitantes y por lo tanto el clero y el santuario podrían recibir sus diezmos y primicias de más gente.

Doña Leonor dice en su edicto lo que sigue 
«que a maravilla es tenido cómo (Uxue) no es desolado. Y si en alguna parte es conservado, aquello es de creer (que) la gloriosa Virgen María, madre de Dios eterno, nuestra Señora, por respeto de su devota iglesia y capilla que está en dicho lugar, haberlo causado y hecho"

Con la esperanza de tiempos mejores, habían venido soportando «el vivir tan estrecho y miserable», hasta quedar reducidos los labradores al número de veintiséis, y éstos «son en tanta indigencia, pobreza y abatimiento constituidos y caídos, que no pueden vivir en manera alguna en sus casas, por no haber ni tener de que se ayudar ni sostener», debido a la esterilidad de la tierra
«y a la asperidad e incongruidad de la habitación del dicho lugar, no quedándoles otra solución que ausentarse, lo que llevaría consigo la falta de atención y de culto en el santuario al que acudieron y seguían acudiendo en romería los reyes, los nobles y gentes de la comarca, del reino de Navarra y de otras partes del mundo; 
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Leído lo anterior, vemos que la vida de los habitantes de Uxue por aquellas épocas estuvo llena de penalidades y de miseria.
Si estudiamos pueblo a pueblo toda Navarra, veremos que las circunstancias económicas, las pestes y las guerras que el campesinado tuvo que sufrir por aquel entonces fueron muy similares a las de Uxue.
La salvedad es que en nuestra Villa tuvo mejor fortuna que otras a causa del fuero de Doña Leonor.

En el decreto de esta reina se hace hidalgos a todos y cada uno de ``los habitantes del presente y los que en el futuro a aqueste lugar (Uxue) a morar vinieren´´ y se libera a toda la población de los pagos a la Corona haciendo que a partir de esa fecha Uxue se estabilizara y fuera creciendo en población.
Si no hubiera sido así, habría desaparecido como muchas aldeas lo hicieron en esa época.